miércoles, 21 de mayo de 2008

Algunas fotos...

Tenéis razón, os tengo un poco abandonados, lo siento. Anoche me propuse no acostarme sin publicar una entrada aquí, pero me acosté temprano tiritando por fiebre y con una diarrea…y es que era raro que en mes y medio, que llevo aquí, no me hubiese dado. En fin, hoy llevo todo el día entre la cama y el baño pero no quería que pasasen más días sin dar noticias de aquí. Pongo algunas fotos y las comento y otro día que esté más lucida os cuento más cosas, ¿vale?

Hay fotos que son de hace tiempo, que desastre que soy.





La salida al cine con las mayores. Eligieron una de miedo aunque es difícil elegir otra porque aquí si hay diez películas en cartelera, 8 son de miedo. Es increíble. Y a mi que no me gustan…pero fue muy divertido ir todos juntos. Después nos subimos en unas atracciones que había en la puerta. Las chicas se lo pasaron muy bien en su primera visita al cine.





Llegó el día de llevar el mueble que compré a Fertiza. Éste coche (carro como dicen aquí) es del hermano de Alex y nos lo prestó para hacer "la mudaza". Como veis aquí ni baca ni nada, un carton y al techo. No creais que es porque éste coche está para el desguace. Todos lo hacen igual. Cuando llegamos a Fretiza una rueda se salió. Literalmente, una rueda de atrás salió rodando sola y el coche con el eje en el suelo. Podría haber sido una desgracia pero nosotras ya nos habíamos bajado del coche y estábamos con los niños a unos metros. Un minuto antes esaban todos los niños alrededor del coche. Así se quedó en algo de lo que estár riéndonos durante un buen rato


Y así quedó la sala de profesores después de mis "reformas". No es gran cosa pero ya se ve de otra manera. La pintura no se podía quedar mejor porque la pared se caía. Así que cuando me cansé de pintar decidí que en la última pared...un plastico.
Aquí el mueble, con las medicinas... organizadas más o menos.
Ahora os voy a mostrar algunas fotos de Fertiza...

Pamela y Antoni suben contentos su montaña particular. La montaña que cada día van aunmentando los camiones que vienen a descargar escombros. Donde pasan horas sacando el hierro de los forjados con unos grandes martillos para venderlo después y colaborar así con la economía domestica.



Jordi y Jasmín lavandose, después de terminar de trabajar, en el pozo de agua medio limpia pero que está junto a la maloliente acequia de desagüe de todo el Callao que cruza por Fertiza, junto a la casita, antes de llegar al mar.

Cecilia y Jasmin posan, les encanta. Lo que se ve detrás son los baños. Esas "casetas"de madera sobre la acequia, son los baños que usa todo el mundo.

Ahora una imagen bonita. Mi pequeña Pamela con su perrito. Habreis visto que siempre lleva gorro. Tuvo
una tremenda infestación por hongos y se le cayó todo el pelo. Ahora lo lleva corto y aunque está preciosa, a ella no le gusta.
Cecilia buscando si hay alguna bombilla servible en un montón que han tirado por allí. Con una impresionante puesta de sol detrás.

Porque si hay algo bonito en Fertiza, además de sus niños, son los atardeceres...




Noemí ( 8 años) y Sofía (5años) van a vender su fierro.

Con Melody, Juanita, Antini, Percit y Diego en una calle de Fertiza.

Sven se fue y los niños le hicieron una fiesta de despedida.



Melody con su trabajo para el día de la madre. Aquí es el segundo domingo de Mayo y se celebra mucho en todos sitios. Hicimos unos marcos con unas fotos suyas.



Ahora pongo unas cuantas fotos de "mi casa" aquí, que algunos me habeis pedido.



Margarita, la madre de Alex y un poco la mamá de todos aquí, haciendo la comida. Las ventanas y la puerta del fondo es mi habitación.

Iris, una de las hermanas de Alex lavando ropa. Las ventanas y la puerta de la derecha son de mi habitación.

Alex y Cati (estuvo en Febrero como voluntaria y ahora se ha venido por un año para llevar el programa de apadrinamiento), en la oficina que está en la misma casa, en la cuarta planta.

Las vistas desde la oficina. En Perú ésto es algo normal, las casas son un eterno... en construcción.




martes, 6 de mayo de 2008

Viaje a Huaros. Mis primeros 4600

Eran las 6 de la mañana cuando sonó el despertador de mi movil aunque en la pantalla decía las 13h. Aún sigue con la hora española así sé en que hora vive mi gente de allá en cada momento. sin tener que hacer sumas incómodas a veces.
Bajé de mi litera con la ilusión de una niña que va de excursión. Me vestí y salí a la panadería de la esquina a comprar el pan calentito, recien hecho para el desayuno.
Poco a poco fueron bajando los demás. Y llegaron Pepe, Darwin y Carlos. los vecinos y compañeros de viaje.
Las mochilas a la espalda y en camino.¡Me iba a ver algo del Perú verde!
Después de casi una hora de taxi y tres de autobús, llegamos a Canta, la primera estación de nuestra excursión.
Canta es un pueblo bonito. Combina el encanto de ser un lugar ya algo apartado, en la sierra de Lima a 3000mt de altitud, con algunas tiendecitas que recuerdan que es lugar de paso para turistas.
Desde allí empezaba realmente la excursión. Comenzamos a andar en dirección al cielo. ¡Que placer! montañas repletas de verde hasta donde me alcanzaba la vista. Tras una hora llegamos a Obrajillo donde paramos a comer. Después del leve descanso continuamos la marcha, aún quedaba mucho por andar hasta llegar a Huaros, nuestro destino.
Muy valiente me creia yo cuando empezamos en Canta, pero conforme ibamos subiendo sentía mis pulmones más pequeños y mi corazón se quería salir del pecho cuando hicimos un trecho campo a través subiendo como cabrillas. Así llegamos a Acochaca, el último pueblo antes Huaros y aún quedaban 3 horas de camino hacia arriba. y para colmo se me había hecho una ampolla enorme en el pie. ¡Estas chicas de ciudad!
Decidimos separarnos en dos grupos, el de los gimnastas que siguieron andando y el de los no tanto que preferimos ver el paisaje sobre ruedas. Hicimos una hora más de camino hasta volver a Obrajillo donde tomamos una combi. No es por justificar que no pudiese seguir pero ese trecho que fué por un camino diferente al de ida, nos brindó unos de los lugares más bonitos del viaje. Agua en rio, en cascada, flores de todos las formas y colores... Cuando llegamos a Obrajillo se nubló e inclusó comenzó a llover. Arrancó la combi y de camino a Huaros subimos hasta transpasar las nubes y descubrir el sol nuevamente como un espejismo maravilloso. Todo a nuestro alrededor eran enormes praderas espolvoreadas por cientos de vacas que pastaban con una paz contagiosa.

Por la noche a 4000mt de altitud me ahogaba solo con subir los 6 peldaños del hospedaje. La gente del lugar nos ofeció mascar hojas de coca para el mal de altura. Lo intenté, pero el sabor no me gustó nada. En frente del hospedaje en una casa habia un pequeño cartel de madera que decía "Restaurante" allí una señora con los coloretes típicos de las personas de montaña nos sirvió una sopa de leche con espagueti que nos vino muy bien para recuperarnos. Después intenté ver, en vano, las estrellas ya que las nubes habian subido de nuevo por encima de nuestras cabezas.
A las 5:30h nuestros cuerpos, condolidos por la dureza del colchón de paja, se fueron levantando. Y salimos a buscar un café y un trozo de pan.
El pueblo es un lugar precioso. En la falda de un cerro, el agua que baja por casi cualquiera de sus calles empedradas refleja un sol especialmente radiante.
Aún teníamos que subir hasta unos 4600mt a ver unas ruinas. Decidimos que mejor hacerlo a caballo. Fué un paseo muy bonito, aunque tengo que reconocer que pasé muchísimo miedo en algunos momentos cuando mi pobre yegua se resbaló con las piedras mojadas pasando por un camino de apenas un metro y junto a un precipicio.
Jesús , nuestro guia de 7 años, se reia de mi cuando yo gritaba de miedo. Tambien fué divertido.

Llegamos a la cima y allí tuve la oportunidad de estar un ratito sola contemplando lo maravillosamente bello que es el mundo. Desde la inmensidad de las montañas, el vuelo de un águila que bailó para mi a los colores azul turquesa de las alas de una mariposa que se posó en una flor junto a mi. y entonces entendí porque algunos incas eligieron aquel lugar para vivir aunque casi cueste la vida llegar.

Por la tarde volvimos a Lima, a la horrenda Lima, pero en el cielo nos acompañó la luna llena, naranja y preciosa para recordarme que incluso los lugares más feos pueden cobrar belleza si ella está ahí.


Pepe, Sandra, Sven y yo, los jinetes



Parte del paisaje volviendo a Obrajillo.

Y a la vuelta del camino...ésta preciosidad. Me recordó mucho al viaje Marruecos

Carlos yo y Sven, los cerros detrás

Y subimos por encima de las nubes.

Más agua...





Mascando hojas de coca


Una calle de Huaros

Loretta y yo con Jesús, nuestro experimentado guia.

Y llegamos a la cima, bueno nos faltaban 100mt por andar.